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El nacimiento de radio Libertador y la privatización de emisoras por la caída del peronismo anticipan el fin de una etapa de gloria para el dial, que se cierra con la aparición de la TV.
domingo, 12 de abril de 2009

La década del '50 es la última de la edad de oro de la radio. Aunque el modelo de emisiones espectaculares para grandes audiencias sigue en pie, hacia principios de los años '60, con el nacimiento de la televisión, entra en crisis y obligará a las emisoras a reformularse.
Pero el 1 de abril de 1950, cuando se inaugura LV8 Radio Libertador en Mendoza, nadie imagina todavía ese ocaso.
La emisora nació como filial de Radio El Mundo de Buenos Aires. Su propietaria era la Editorial Haynes (de capitales ingleses), editora de revistas como "Caras y Caretas", "Mundo Deportivo" y "Mundo Agrario", que instaló la radio en una casona ubicada en calle Martínez De Rosas, casi Emilio Civit. Su primer director fue Eusebio Navesi, ex contador de Aconcagua y, al frente del equipo de periodistas, estaba Alberto Palero Herrero, a quien secundaban Luis Leopoldo Cavallo, Marcelo Houlné (años más tarde director de la radio) y Rubén Antonio Molina.
Además, el staff incluía a locutores como José Daffunchio, Eduardo Maciel, Tomás Monzón, Julio César Blanco, Julio Rafael Rojo, Edgardo Suárez, Doris Duval, los hermanos Nidia, Alicia y Andrés Areco, Guido Lima, Silvia Salgado, Laura Favio (madre de Leonardo) y Angélica Lagos. Por supuesto, una gran cantidad de artistas, encabezados por músicos y actores de radioteatro.
Libertador, debido a su inmensa estructura, duró poco en su primer domicilio. "Como en esa casa no había lugar para el público, nos mudamos a Entre Ríos 73, en el edificio conocido como Pace. La radio ocupó dos pisos: el segundo piso con la administración y el primero con los estudios, con un gran salón de 20 x 40 metros hecho auditorio. Mientras, se construía el edificio de calle Rioja", recuerda Ignacio Albornoz, ex operador de la radio.
Ese edificio de Rioja 1484, donde hasta hoy funciona la emisora, fue diseñado como una réplica en menor tamaño del que tenía Radio El Mundo en Buenos Aires. Su terminación se apresuró cuando los estudios de calle Entre Ríos se incendiaron y hubo que mudarse a las flamantes instalaciones. Allí, los empleados de la emisora se encontraron con un espectacular edificio con sala de grabación, dos estudios de transmisión, un auditorio y oficinas para todos los gustos.
Radio Libertador, al igual Aconcagua diez años antes, fue la emisora número uno de Mendoza a poco de iniciar sus transmisiones. Trabajar en ella era la cima para todos los profesionales de la radio mendocina. "A nadie le importaba las horas que trabajaba. Lo que sobraba era plata", dice Albornoz.
Su colega Palito Guillot, que fue jefe de operadores de LV8, coincide: "Libertador era, estructural y publicitariamente, la primera de Mendoza. Me acuerdo que los productores tenían que decir que no a los que querían publicitar. Teníamos llamados de atención del Comfer porque se pasaba más publicidad que música".
El boom de Libertador obligó a las otras radios a afinar la puntería para poder competir.
Así, Splendid inauguró un comodísimo salón auditorio a pocas cuadras de Libertador, también sobre Rioja, entre Lavalle y Catamarca, donde había mudado sus estudios. Pero como estaba al aire libre, en invierno las audiciones con público se hacían en un salón del restaurante Los Dos Chinos, de calle Catamarca, que la radio alquilaba. En ese lugar fueron éxito artistas como el Trío Los Panchos, Palito Ortega y Pedrito Rico.
"Hasta ese momento, los auditorios parecían cosa del pasado, así como las orquestas de músicos que habían perdido una fuente de trabajo. Algunos de esos puestos laborales se volvieron a abrir de la mano de Splendid", reconoce la locutora y actriz Milca Durán.
Estatizaciones y privatizaciones
En 1953, además de Aconcagua que se convirtió en Radio Nacional, también fue estatizada Libertador, aunque permaneció bajo el "control" de la Editorial Haynes como parte de la Red Azul y Blanca de Emisoras Argentinas.
Sin embargo, esa estructura radial en cadenas ideada por el peronismo (que incluía a Belgrano y Splendid) tuvo corta vida, porque en el 55 cayó Perón y los militares de la Revolución Libertadora decidieron revocar todas las licencias otorgadas por el peronismo para la explotación y administración de emisoras. Como resultado, en 1958 se privatizaron 17 de las 55 estaciones que llegaron a integrar "el monopolio peronista".
En Mendoza, las privatizadas fueron sólo dos radios: LV6, que abandonó el nombre de Splendid y pasó a llamarse Nihuil, y LV10. Radio del Estado (ex Aconcagua) quedó definitivamente como patrimonio del Estado, lo mismo Libertador.
Testimonios recogidos por Aldo César Montes de Oca en "La radio mendocina" (revista Primera Fila) afirman que LV10 quedó en manos de los hermanos Leopoldo, Facundo y Guillermo Suárez, radicales y antiperonistas; y la flamante Nihuil fue "ganada" por un grupo presidido por Ramiro García y en el que se encontraban varios profesores del Liceo Militar General Espejo.
Según Milca Durán, algunos de los nombres de su primer directorio fueron los del doctor Del Peral, un tal Elizondo (relacionado con el Banco Mendoza), un militar y los hermanos Jacinto y Juan Gómez (dueños del edificio Gómez).
Desvinculada del Estado, LV10 trasladó sus estudios al sexto piso del edificio de San Martín y General Paz, en cuyo subsuelo improvisó un auditorio.
Fin de la historia
Llegamos al final de esta historia radial "pre-televisión" en Mendoza. En 1958 la radio había perdido su antigua magia debido a los constantes cambios institucionales en el país, que habían hecho mella en la estructura de las emisoras.
Sus empleados ya no eran seres privilegiados por trabajar en LV10, Splendid, Libertador o Nacional. Los cargos en las emisoras duraban poco, según el color político de los gobernantes.
A esto había que sumarle la saturación de los oyentes por la falta de renovación en la programación, sobre todo en los radioteatros que repetían una y otra vez sus viejos éxitos.
Para colmo, caía la publicidad. "Los clientes ya no eran tantos; desaparecieron las exclusividades de los anunciantes, las grandes tiendas y con ellas mucho dinero para la radio", repasa Milca Durán.
Llegó así el ajuste, que se llevó para siempre a los músicos estables y la llegada de artistas exclusivos, porque se hacía demasiado oneroso. "Las radios de antes tenían orquesta propia en relación de dependencia, libretistas, carpintero, electricista... Pero la baja producción comercial redujo los presupuestos y hubo que cubrir varias funciones con pocas personas. Entonces el locutor tuvo que empezar a escribir lo que diría", dice Pepe Daffunchio.
Pero la que cerró la puerta de esta edad de oro fue la televisión que, aunque no sepultó a la radio -como pronosticaban los apresurados agoreros de siempre- la obligó a cambiar su modelo: de los artistas, a la información; del horario nocturno, al matinal. Y los años de gloria pasaron a la historia.
Leo Oliva - loliva@losandes.com.ar
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