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¿Le gustan los narcocorridos? En la radio regiomontana los he escuchado, ocasionalmente. No soy "fan" de este género musical, pero reconozco que algunas de sus canciones más representativas son "pegajosas", cuentan historias interesantes y representan, sin duda alguna, una expresión cultural.

En muchas de estas canciones se exalta a narcotraficantes, aparecen como héroes, como ejemplo a seguir, pero me parece exagerada e innecesaria la propuesta que presentó la semana pasada un diputado del PAN, Óscar Martín Arce, porque desde hace años, los narcocorridos prácticamente han dejado de programarse en la radio y la televisión, y los operadores que los transmiten pueden ser sancionados por la Secretaría de Gobernación.


En efecto, en el 2002, fueron sancionadas dos estaciones de radio con 21 mil pesos cada una por la transmisión de este tipo de canciones; otra emisora radio y un canal de televisión recibieron una "amonestación con apercibimiento" en ese mismo año.


La Ley Federal de Radio y Televisión prohíbe en su artículo 63 "las transmisiones que causen la corrupción del lenguaje y las contrarias a las buenas costumbres, ya sea a través de expresiones maliciosas o haciendo apología de la violencia o del crimen".


Según la información oficial de la dependencia que encabeza Fernando Gómez-Mont, no se ha sancionado a más estaciones de radio o televisión, desde 2002 por transmitir, específicamente, narcocorridos, aunque supongo que sí se sancionó a más bajo el argumento de que en la programación de las estaciones se hace apología de la violencia. Los listados oficiales no precisan si son narcocorridos, comentarios, radionovelas u otros tipo de programas en los que se comete esa violación.


Los socios de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT) se comprometieron durante la administración de Vicente Fox a dejar de transmitir narcocorridos en estados como Baja California, Jalisco, Sinaloa y Guanajuato.


En términos generales, los empresarios de la radiodifusión han cumplido su acuerdo, pero aún así, durante la 75 Convención Nacional del Consejo Consultivo de la CIRT, que se llevó a cabo en julio del año pasado, lasubsecretaria de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación, Irma Pía González-Luna, les recordó a los radiodifusores que en sus transmisiones deben "evitar la difusión de narcocorridos o cualquier otra manifestación de la llamada narco-cultura (apología de la violencia, el crimen y los vicios)".


La iniciativa que presentó Óscar Martín Arce propone de uno a tres años de prisión para quien "provoque públicamente a cometer un delito, o haga la apología de éste o de algún vicio… si el delito no se ejecutare". En caso contrario "se aplicará al provocador la sanción que le corresponda por su participación en el delito cometido".


En ninguna parte de la propuesta –que, por cierto, busca reformar los artículos 208 del Código Penal Federal y 194 del Código Federal de Procedimientos Penales-, se menciona la palabra "narcocorrido", pero es obvio que quien lo escriba, lo musicalice, lo grabe y lo transmita podría estar en la causal de hacer apología del delito o de algún vicio. Para que no quedara duda, el mismo promotor de la iniciativa, declaró:


"Hay testimonios de delincuentes que tuvieron inspiración en las narraciones populares con melodía. Esas expresiones facilitan la difusión de antivalores". Y puso de ejemplo, obvio, a los narcocorridos.


"La reina del sur", "El jefe de jefes" y "Pacas de a kilo", son algunos de los narcocorridos más recientes. Detrás de la producción de este tipo de canciones hay una poderosa industria musical que genera empleos y cuantiosos ingresos para sus promotores, pese a que su transmisión está en la práctica censurada.


El fenómeno ha sido estudiado en México y otros países. En su tesis de maestría "Mapa de cruces en la construcción identitaria de los jóvenes en Guadalajara" (ITESO, 2006), Gabriel González López, aporta datos interesantes: las ventas de discos compactos de este género alcanzaron durante el 2004 "la nada despreciable cifra de 150 millones de dólares". Afirma que uno de los grupos más representativos de este género, Los Tigres del Norte, ha vendido 34 millones de discos a lo largo de su carrera, encabezó el ranking Billboard en un par de ocasiones y "ha reunido en un solo recital a un número de personas equivalente a llenar dos veces el Estadio Azteca".


El grupo cuenta con un equipo de compositores que crea unas 30 canciones al año, de las cuales usa la mitad y el resto las vende, según los datos obtenidos por González Parra. "La ganancia de la venta de estas melodías siempre depende de las regalías que generen: si una canción es exitosa, Los Tigres pueden ganar hasta 100 mil dólares por ella."


Refiere que mientras la mayoría de los artistas recibe regalías de entre 7 y 13 por ciento sobre la venta de discos, ellos obtienen 15 por ciento. "Este es el negocio que cada año les genera ingresos por 90 millones de dólares".


Crónica y diario popular

Además de negocio, el narcocorrido es cultura. Citado por González Parra, José Manuel Valenzuela, del Colegio de la Frontera Norte, dice que los narcocorridos "forman parte del narcomundo, del ámbito de los ácidos, cocaína, amapola, opio, speed, crystal, crack, marihuana, de cárteles y de delincuentes llevados inclusive al nivel de santos, pero no son una apología del crimen, sino crónica y diario popular".

"El incremento del consumo de drogas –asegura- no obedece a la influencia de los corridos, sino a una estrategia equivocada, cuyos efectos devastadores le confieren una complicidad al narcotráfico, muchas veces voluntaria y otras involuntaria", dice Valenzuela. El género del narcorrido, además de proscrito, genera una fuerte carga de identidad porque convierte a los narcotraficantes en antihéroes, que ante la falta de expectativas de éxito resultan historias de valentía que desafían la autoridad del Estado y de la confianza en sus instituciones.

Para Jorge Hernández, el Tigre Mayor, "lo que cantamos es lo que vive la sociedad. En nada ayuda la censura para resolver el verdadero problema que se refleja en las historias que contamos".


Muchos jóvenes hoy se sienten identificados con esas canciones. ¿Usted también? ¿coincide que los narcocorridos son arte, industria y cultura? ¿son parte de nuestra identidad o son, en efecto, inmorales y generadoras de violencia? ¿se les debe censurar, como ocurrió con el rock and roll en los sesenta? ¡Bienvenidas sus opiniones! También puede escribirme a twitter.com/telecomymedios.


Via Yimber Gaviria, Colombia







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