El Aula HOY se dedicará la próxima semana al tema 'Bilingüismo e infancia: ventajas del aprendizaje precoz de un segundo idioma'. Junto a Antonio Ventura, de la Fundación Academia de Yuste y Daniele Faccincani, estará Jesús Baigorri Jalón, que ha trabajado como intérprete en Naciones Unidas y en la actualidad es profesor titular en el Departamento de Traducción e Interpretación de la Universidad de Salamanca.
-Con los últimos planes de estudio de la lengua puestos en marcha por el Ministerio de Educación, ¿cree que estamos en camino para el aprendizaje precoz de idiomas, una asignatura siempre pendiente en nuestro país?
-No sé exactamente qué resultado dará la aplicación de los nuevos modelos de bilingüismo que se están planteando en lo que se refiere a otras lenguas que no sean las vernáculas. Lo que está pasando en Cataluña, el País Vasco o Galicia supongo que tiene otro tipo de eficacia porque existen otros refuerzos que no son los meramente educativos. La probabilidad de ser bilingüe en estos casos es muy superior a conseguir serlo en castellano e inglés en otra parte de España donde se esté tratando de llevar a cabo un programa bilingüe. Por otra parte, el mismo concepto de bilingüismo es polisémico y una cosa es ser capaz de comunicarse bien en dos idiomas y otra es tener una capacidad semejante de dominio de los dos idiomas. Mi experiencia en relación a la cuestión de bilingüismo tiene que ver sobre todo con la gente que ha acabado dedicada a la traducción e interpretación y que adquirieron dos idiomas por circunstancias variadas, a menudo en situaciones de diglosia, es decir, que en la escuela y en la calle hablaban un idioma pero en casa hablaban el idioma de los padres. Eso es lo mismo que puede ocurrir con los inmigrantes cuyos hijos están escolarizados en castellano. A veces la gente tuvo una infancia bilingüe por cuestiones muy traumáticas y acabaron aprovechando esa opción para dedicarse de manera sistemática a la traducción escrita y a la interpretación oral. Aparte tengo la experiencia personal y familiar de nuestro hijo, que se crió como bilingüe. Fue un ejercicio voluntario de bilingüismo precoz que yo ensayé y que salió bien.
-Cuando uno no tiene padres con idioma materno distinto, ¿cuál es la edad para empezar a aprender otro idioma?
-Se puede empezar desde el nacimiento. Hay quien dice que desde el feto. Desde el nacimiento la criatura puede estar expuesta a diferentes códigos de comunicación y acostumbrarse sin darse cuenta, que es una de las ventajas de bilingüismo precoz. Así, en una edad previa a la pubertad pueden conseguir consolidar el acento nativo.
Lenguas clásicas
-Supongo que eso destroza el argumento de que los españoles no estamos dotados para los idiomas y se trataría más bien de una serie de condiciones que se han dado en nuestro país.
-En términos generales, el aprendizaje de los idiomas en nuestro país ha sido escolar y no me estoy refiriendo a esta época más reciente puesto que he vivido muchos años fuera. Pero lo que a mí me tocó cuando era pequeño, incluso con las lenguas clásicas, era un aprendizaje donde la lengua se consideraba como objeto y no como vehículo de comunicación. Cuando aprendíamos latín, sabíamos las declinaciones pero no las aprendíamos necesariamente para descifrar un texto en latín. Más adelante, estudiando Historia, me ocurrió que veía los textos latinos de la Edad Media y me daba cuenta de que el latín me servía para entenderlos. Con los idiomas modernos también pasó eso y no era tanta la virtualidad comunicativa que podían tener y que yo supongo que ahora es mayor. Pero hay cosas que luchan también en contra del dominio de los idiomas, como el doblaje tradicional de las películas en España y que hace que no nos acostumbremos desde pequeños a escuchar los idiomas originales aunque haya que leer los subtítulos. Eso no pasa en nuestro país vecino, Portugal, donde no se doblan las películas y se dan en versión original. Eso ayuda a 'hacer oído' y permite encontrar en la lengua un elemento de comunicación. Aunque últimamente eso está cambiando. En nuestro país hay mayores opciones que permiten las tecnologías de la comunicación, sobre todo con algunas lenguas como el inglés, y uno puede estar expuesto a un idioma casi de manera continua sin mucho esfuerzo ni mucho costo, lo que no sucedía en época anterior.
-¿Google y Facebook pueden ser como aquellos Penguin Books en los que se estudiaban antes idiomas?
-No tiene nada que ver. Cuando yo era joven, y tengo 56 años, las posibilidades que teníamos de acceder a un audio en inglés eran remotísimas, quizá a través de la radio de onda corta, que tampoco tenía una calidad excelente de transmisión. Hoy eso es más fácil de conseguir sobre todo para lo hablado. La diferencia quizás es menor para lo escrito.
-A usted que es traductor, ¿no le parecen horribles esas traducciones a las que se accede en Internet, hechas en forma automática?
-Yo soy más intérprete que traductor, trabajo más con la voz que con el texto. Creo que algo ayuda la traducción automática y hay mucho aún por explorar en ese campo. Seguramente se llegarán a hacer traducciones más exactas, siempre que el texto original no esté demasiado cargado de ambigüedad. Hay una tendencia a redactar originales de forma que resulten más unívocos y más fáciles de leer. Alguna vez me han escrito de muy lejos con una especie de traductor automático y algo se entiende de lo que quieren decir. Pero el cerebro humano siempre va estar detrás para garantizar una traducción de calidad en la que se tengan muy en cuenta los matices. Desde luego, al referirme a la traducción automática hablo más bien de textos pragmáticos y no de textos literarios ni de otros contenidos como el humor.
-¿Cual es exactamente la diferencia entre traductor e intérprete?
-El traductor trabaja con texto escrito y el intérprete con señal oral y señal no verbal. El intérprete que utiliza los gestos de manera más clara a partir de una versión no oral es el intérprete de lengua de signos. Ese intérprete que vemos en cabina en la Unión Europea y que está traduciendo de alemán a español o del inglés al español recibe una señal a través de cascos de audio y lo dice instantáneamente en el otro idioma por un micrófono que llega a sus usuarios, los cuales oyen el discurso como si tuviera lugar en el idioma propio. En la Unión Europea, en momentos estelares, se hace en los veintitrés idiomas oficiales.
En el Senado
-Ha habido polémica por esa sesión del Senado en la que se emplearon diversos traductores para traducir entre las lenguas de la península. No sé si le parece bien desde el punto de vista profesional o se añade a quienes lo han criticado desde los medios de comunicación.
-Aquí hay que distinguir entre la manera de entenderlo de quien está enseñando Interpretación y espera que haya salidas profesionales para los licenciados y lo que tiene que ver con el pragmatismo de la comunicación. Resulta extraño que alguien que sabe un idioma común se tenga que comunicar a través de un tercer idioma y que para eso utilice un intérprete. Pero las lenguas están donde están por razones políticas. También en las organizaciones internacionales el español se habla en menos continentes que el portugués y éste, sin embargo, no es lengua oficial en la ONU y el español sí. Hay una razón de política lingüística para que se hablen las lenguas vernáculas en el Senado como lenguas de comunicación habitual. Yo diría que son experimentos de ingeniería social cuyas consecuencias generalmente no se conocen en un plazo corto, sino que requieren el paso de una generación y ya veremos las consecuencias que se obtienen desde el punto de vista de la formación lingüística de quienes viven en esas comunidades. El argumento del coste económico sería el menor en este caso, pero ahí se imponen criterios de índole política sin ninguna duda.
-¿Hay mucho interés por la Traducción, tienen muchos matriculados?
-Mucho interés sí hay. Respecto a las matrículas, tenemos numerus clausus. Hay incluso cebos de ficción como la película 'La intérprete' que puede llamar la atención de los jóvenes como para sentirse atraídos por la profesión. Hay mucho trabajo y va a seguir habiéndolo a pesar de la globalización creciente y del uso cada vez mayor del inglés como idioma de comunicación. Hay futuro en la traducción y en eso no va a suponer una competencia desleal la traducción automática u otros ingenios que puedan descubrirse. La figura del traductor seguirá siendo muy necesaria.
Fuente: http://bit.ly/bVK1IL
(Yimber Gaviria, Colombia)
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