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De Polonia a China pasando por Egipto, el flujo libre de información es el oxígeno de la democracia.



PETER MACDIARMID/Gettyimages

 

La incertidumbre sobre el futuro de Egipto es objeto de debate: ¿lo que estamos presenciando es Teherán en 1979 o Praga en 1989? ¿Está Egipto en el umbral de una teocracia o una democracia? La verdad es que no hay forma de saberlo. En cualquier caso, la marea de mensajes SMS, correos electrónicos, comentarios de Facebook, tweets y vídeos de YouTube que sigue saliendo de Egipto me recuerda al samizdat, la literatura popular e ilegal que circulaba de forma clandestina por la antigua Unión Soviética durante la guerra fría.

La tecnología digital está teniendo una influencia en nuestra política sin igual desde que Gutenberg contribuyera, con su prensa de imprimir, al inicio de la Reforma protestante en Europa. Estamos ante una revolución que lleva 20 años fraguándose. En 1989, yo estaba en Europa del Este, informando sobre la desintegración del imperio soviético para Time. Cuando llegué a Bratislava, me pusieron en un hotel en el que se alojaban los extranjeros y que era uno de los pocos lugares con televisión por satélite. Una de las camareras me preguntó si no me importaba prestar mi habitación por las tardes para que la usaran chicos que, al salir del instituto, iban a ver MTV y los demás canales de vídeos musicales. Dije que por supuesto, y decidí volver pronto para conocer a los estudiantes. Sin embargo, cuando llegué, no estaban viendo la cadena de música, sino los informativos internacionaes que mostraban los disturbios en los astilleros de Gdansk, en Polonia.

      

La información veraz permite a los ciudadanos construir un mundo más democrático

      

Vi algo semejante 10 años después en Kashgar, una ciudad oasis en el oeste de China. Al fondo de un pequeño café en una calle sin asfaltar, había tres jóvenes sentados ante un ordenador. Les pregunté qué hacían. Estaban en Internet, dijeron. Teclée varias páginas de noticias. Estaban bloqueadas. Uno de los chicos me apartó con el codo y escribió algo que no pude ver. Las páginas de noticias aparecieron. Le pregunté cómo lo había hecho. Oh, respondió, sabemos cómo pasar a través de servidores proxy de los que los censores no tienen ni idea.

Internet no es más que la herramienta más reciente a disposición de aquellas personas a las que los autócratas han arrebatado sus derechos y que buscan lo que los habitantes de las sociedades libres toman por descontado: el acceso a la verdad. Los tunecinos emplearon las redes sociales para organizar sus protestas y mostrar pruebas de los abusos de poder del régimen de Zine el Abidine Ben Alí. En Egipto, los mensajes, fotos y videos de las calles de El Cairo recorren el mundo de forma instantánea gracias a la tecnología móvil. Los intentos del régimen de cortar la conexión a los servidores de Internet, que no tuvieron más que un éxito parcial, recuerdan a la época en la que la Unión Soviética provocaba interferencias en la señal radiofónica de la Voz de América y Radio Europa Libre durante la guerra fría. El intento de impedir la libre circulación de informaciones veraces y fiables -el "oxígeno de la democracia"- es un síntoma inequívoco de miedo.

Las emisiones en inglés de Al Yazira, el canal de 24 horas de noticias que emite desde Qatar, están recibiendo alabanzas de los especialistas en medios de comunicación por su amplia cobertura de los acontecimientos sobre el terreno. Alhurra TV, el canal internacional financiado por Estados Unidos, también ha alcanzado su madurez con esta crisis. Las visitas diarias a alhurra.com se incrementaron un 540% entre el 23 y el 30 de enero. En los últimos días, los líderes de los partidos egipcios de oposición -Wafd, Ghad y el Movimiento para el Cambio (Kefaya)- han recurrido a la cadena para transmitir sus mensajes a los espectadores.

Washington financia Alhurra y otros canales internacionales con el fin de apoyar los mismos objetivos de democracia y respeto a la sociedad civil que constituyen el centro de las demandas de los manifestantes en todo Oriente Medio. Es lo que EE UU ha hecho durante los últimos 70 años y lo que necesita seguir haciendo. Hace dos años, un hombre preparado para ser terrorista suicida llamó a la popular emisora afgana de Radio Europa Libre y desertó de los talibanes en directo, en plena emisión. Dijo que el mérito de que hubiera cambiado de opinión era de la cadena de radio, por su respeto a la diversidad de opiniones.

Nuestros medios de comunicación han cambiado. En los años cincuenta, lanzábamos globos meteorológicos con panfletos que contenían noticias del mundo exterior al otro lado del Telón de Acero, sobre Polonia, Hungría y Checoslovaquia. Hoy, ayudamos a que la información circule libremente usando complejas herramientas anticensura como tansmisiones por satélite, códigos encriptados y servidores proxy para eludir los cortafuegos de Internet.

Independiente del medio y de la época, la idea es la misma. Los medios de comunicación libres funcionan. La información veraz permite a los ciudadanos construir un mundo más democrático y lleno de esperanza.


FUENTE:

TWITTER: TERROR DE LOS AUTÓCRATAS | Foreign Policy en español http://bit.ly/ijQ6vr

 
Yimber Gaviria, Colombia
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