DESAPARECE OTRA VOZ HISTÓRICA DE ESCUCHA CHILE-RADIO MOSCÚ: JOSÉ MIGUEL VARAS MOREL La flaca no deja de darnos sustos. Su guadaña sigue segando vidas, de manera inmisericorde, es el único trabajo que no está en crisis y de ahí, suponemos, que pocas funerarias se vayan a la bancarrota y tengan un buen negocio con resultados de una inmejorable calidad [rendimiento económico, se entiende, en donde la misma administración saca su gran tajada en el último tramo de nuestra existencia: son insaciables a la hora de detraer recursos de los bolsillos del ciudadano]. No es agradable abrir el diario y encontrarte con personajes que, aunque de pasada, los has tenido a tu lado. Así fue como me enteré, por el diario barcelonés LA VANGUARDIA, de la desaparición de José Miguel Varas Morel (12 de marzo de 1928 en Santiago de Chile – 23 de septiembre de 2011 en Ñuñoa). Rápidamente se agolparon los recuerdos, la mañana que pasé con ellos en la moscovita calle Pianitskaya 25, dialogando con una decena de voces que son historia: Katia, Luís, Andrés, Yuri, Irina, Serguei, Vladimir… y varios chilenos que demostraron lo que es hacer radio sin perder la dignidad. Entre ellos estaba José Miguel, un hombre recio y una voz poderosa [yo todavía estaba en la veintena] que no te dejaba indiferente cuando por las noches, mientras pasaba los apuntes de la universidad a limpio, surcaba el éter y sembraba la esperanza a miles de kilómetros. El amor con el que hablaba de su país [ahora lo entiendo aún más tras mi periplo por Chile el pasado verano], esa nostalgia y ese sueño de libertad para su pueblo. José Miguel continuó siendo un hombre de radio [pero no perdió su compromiso con la literatura donde personalmente destaco sus obras infantiles que enganchan a los jóvenes lectores] y un periodista comprometido: sólo los que han conocido este tipo de profesionales saben lo que significan el compromiso [ahora se estila la connivencia] con una profesión que requiere valor y audacia. La radio le permitió simultanear sus estudios en la Universidad de Chile [por las tardes trabajó en seguros y por la noche lo hacía en la radio capitalina, sacrificio que, vista la distancia, no dejaba de ser también un entretenimiento en los mejores años de una vida, cuando estás en "crecimiento" y tienes fuerzas para todo, en cierto sentido hay una similitud: yo también trabajaba por las tardes y hacía mis pinitos en la radio barcelonesa de la época algunas noches con un programa DX]. Dejó huella en varias de las estaciones capitalinas en las que el buen mozo recaló cargado de vigor hasta 1958 cuando regresó a Punta Arenas para integrarse en la emisora LA VOZ DEL SUR y otros medios (por ejemplo el diario comunista El Siglo 1953-1957) del que lo acabarán nombrando director en 1961. Sin duda su experiencia por Europa le había llevado a ese destino [estuvo en Praga durante dos años y medio en los que trabajó en otra histórica emisora Radio Praga, como integrante de la sección de lengua española, otra voz que también nos abandonó este año 2011 pues sus directivos decidieron cerrar las emisiones en Onda Corta, como si las emisoras públicas fuesen las culpables de los agujeros económicos en los presupuestos del continente y no el desmadre que han montado los políticos que tiran fácilmente de chequera por aquello de usar pólvora del rey, pero en fin, esa es otra historia y todos estamos quedándonos huérfanos. Decían que tendríamos pluralidad y cada vez tenemos más unicidad y, encima, nos dicen que esto es democracia]. Contaba 39 años cuando entra como locutor en la mítica emisora del PC chileno: RADIO MAGALLANAES y cuatro años más tarde Allende lo nombraba jefe de prensa de la TVN, actividad que se verá truncada el 11 de enero de 1973. Forzado al exilio, recala en Alemania y de allí salta a Moscú (1974-1988) en donde se integra en el equipo que la radiodifusión pública soviética desde el mismo momento del golpe, comenzó a emitir para la audiencia chilena. Escucha Chile y Radio Magallanes fueron el baluarte desde el que puntualmente, cada noche, durante más de tres lustros, golpeaba al monstruo e insuflaba esperanzas a todos los que padecían las injusticias del momento. Su voz fue tranquila, pero enérgica y no dejaba descansar las conciencias de los que usurparon el poder por la fuerza de las armas. Él fue un disciplinado trabajador de los medios, la cultura y uno de los más grandes cuentistas que han dado las letras chilenas a la literatura hispana, hecho que se destacó cuando en el 2006 le concedieron el Premio Nacional de Literatura: "Varas es el más completo escritor de cuentos que ha habido en Chile". Nunca olvidó sus humildes orígenes ni su compromiso social aunque acabó abandonando el PC cuando regresó del exilio, entonces, como si el tiempo se le escapase, se convirtió en un incansable estajanovista; una entrega completa a sus quehaceres literarios y a su entorno más inmediato, numerosas obras fueron viendo la luz y hoy son de obligada consulta para comprender su mundo, aunque él mismo nos entregaba una obra aparecida recientemente, en donde recopilaba medio siglo de sus crónicas: DEBO DECIR QUE SUCEDE que no tienen desperdicio. Uno de sus grandes amigos, Armando Uribe escribió de sus encuentros con Varas: "Nos divertíamos hablando de literatura, pero también de la muerte. A esa, siempre la miró a los ojos con gran corazón y sin escándalo alguno". O Como escribiera Juan Pablo Letelier, hijo de uno de los grandes políticos chilenos, a propósito de su muerte: "Varas nos deja un legado imborrable, si vida será ejemplo para los jóvenes que estos días nos hacen revitalizar las necesidades de construir una patria más feliz para todos". A pesar de los miles de kilómetros que lo separaban de Moscú, él continuó ligado a la radio y a sus amigos moscovitas. Era un habitual en las conexiones de muchos de los espacios de la sucesora de Radio Moscú: La Voz de Rusia, especialmente con Guenadi Alexeevich Sperski [otro histórico de Radio Moscú que nos dejó este año] o con Victor Sujov y, a veces, volvíamos a tener la oportunidad de contrastar su voz que nos devolvía a aquellos aciagos años. Fue un verdadero placer escucharlo cuando, en el 2007, se desplazó a Moscú para recibir la Medalla Pushkin concedida por Vladimir Putin y él, con gran campechanía, nos deleita con su presencia en las ondas. En el 2009 participó en la presentación del documental ESCUCHA CHILE que, a fin de cuentas, casi cubría una quinta parte de su vida y una de las páginas más sobresalientes de la radiodifusión internacional, solidaria y combativa, que resultará difícil olvidar y que tan presente tienen los chilenos de ahora mismo, aunque la juventud, como en cualquier otra parte, prácticamente ignoren ese pasado inmediato. Dicho momento histórico quedó registrado en varios libros, entre ellos el de otra de las voces del programa Volodia Teitelboim que entregó dos tomos, preciosos "NOCHES DE RADIO" inspirado en miles de horas de transmisión que marcan un hito en la historia de la radiodifusión chilena, porque eso es lo que esencialmente se recoge en dichos documentos. También recuerdo el apartado Magallanes Juvenil que creara Fresia Rojas Painecura que, junto a otros jóvenes de las Universidades Patricio Lumumba y Lomonosov, dieron un aire juvenil que muchas veces contrastaba con el encorsetado mundo radial de la etapa soviética. Ellos supieron imprimir un ritmo que rompía la rigidez de Radio Moscú, un aire fresco que ventilaba el éter en un momento que, curiosamente, el tiempo ha demostrado que realmente no fue tan malo si tenemos en cuenta las calamidades globalizadas de estos momentos. Hemos ganado libertad, llenado los psiquiátricos y empobrecido nuestros espíritus. El individualismo ha idiotizado al mundo y consiguientemente nos ha vuelto más vulnerables. Tanto que ya no sabemos distinguir entre el derecho y el salvajismo más atroz que nos escupen las televisiones [por suerte, en casa, apagadas] de los sucesos del mundo. A los amantes de la radio de aquella época les recomiendo visiten la página de los chilenos en Rusia y, con seguridad, no quedarán decepcionados. Allí incluso José Miguel dejó su impronta, sus recuerdos, sus vivencias en escritos que hoy ya son doblemente históricos e insustituibles notarios para comprender determinados momentos de la vida de un ser humano que, por extensión, es también la de todo un pueblo. En sus páginas están muchos testimonios que nos permiten reconstruir la historia de la diáspora chilena tras el obligado exilio de varios miles de ciudadanos que fueron impelidos a cruzar la cordillera para conservar la vida. José Miguel Varas Morel es [era] uno de ellos. ¡Adiós José Miguel, Guenadi, Katia… y tantos otros! Alma, corazón y vida [como diría la canción] de Escucha Chile. Confiamos, todavía, que en cualquier momento, será posible el reencuentro y podremos retomar el hilo de las conversaciones en el más allá. ¡RIP amigo Varas. Descansa en Paz!
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