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Por Pablo Sirvén | LA NACION

La escena es surrealista, y al mismo tiempo inquietante: a un piloto de una línea europea, en las maniobras de aproximación al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, se le coló en la frecuencia de la banda aérea que estaba utilizando una reconocible melodía tropical.
De las 152 emisoras AM de Capital Federal y Gran Buenos Aires, inventariadas por la Asociación de Radiodifusoras Privadas Argentinas (ARPA), sólo 21 tienen licencia formal. En La Salada no hay menos de seis FM. Hay bailantas que reciben en cadena la música emitida desde otra estación radial.
Mientras todo el mundo mira expectante hacia el cada vez más inminente 7-D -el anunciado choque de trenes que sus respectivos maquinistas parecen empeñados en protagonizar-, con perfil mucho más bajo se cocina a fuego lento otro estofado espeso que arruinará, si cabe, un poco más el indigesto y fragmentado sistema de medios que el kirchnerismo ha resuelto legarnos.
Como sucedió con los piquetes, un fenómeno de protesta callejera que comenzó a fines de los años 90 y que ya en este siglo se multiplicó exponencialmente sin que el Estado haya, al menos, intentado regularlos para atemperar que el tránsito en grandes ciudades y rutas clave no sea un desquicio permanente, con las radios pasa algo parecido.
Frente a la ilegalidad y a la ocupación informal del espectro radial vienen haciendo la vista gorda varios gobiernos, desde el de Raúl Alfonsín hasta el presente. Cada tanto, con absoluta discrecionalidad, se extienden permisos precarios o definitivos que les otorgan luz verde a nuevos micrófonos, pero en forma caótica, sin un plan maestro que regule el éter de una manera un poco más orgánica.
¿Cuál es la consecuencia? Que las radios en blanco y con todos los papeles en regla son las menos, pero son las que, además, deben ajustarse a la ley y pagar todos los impuestos, a cambio de un aire sucio, con sonidos superpuestos, y la competencia desleal de los que se ubican de prepo en una misma frecuencia, negocian sus espacios y publicidades sin ajustarse a norma alguna y con su personal en negro. Algo así como manteros versus comercios habilitados.
Toda esa situación vidriosa termina siendo funcional al Gobierno por doble vía: relativiza el impacto de las radios importantes al tener un espectro radial superpoblado y les resta a aquellas posibilidades económicas al exigirles más obligaciones y ponerles alrededor cada vez más jugadores que se manejan sin ataduras ni reglas.
Hay algo aún peor y hasta ahora muy poco conocido: la Afsca llevó adelante hace dos años un censo nacional de emisoras de radio, del que no trascendieron mayormente sus resultados. El estudio arrojó una curiosa peculiaridad: se dan como activas muchas emisoras que no existen o que dejaron de funcionar hace años. Nada menos que un 40 por ciento de los 373 inscriptos como prestadores del servicio de AM tendrían esta característica. Otro tanto ocurre con las ondas de FM, particularmente en ciudades densamente pobladas.
Así, por ejemplo, de la muestra de la Asfca, surge que en la frecuencia 94.3 funciona en Ciudadela una desconocida FM Sideral, que nadie escuchó, ya que, además, en esa franja, en un área de cien kilómetros a la redonda, opera Radio Disney.
Todo este estado tan confuso de cosas fomenta la multiplicación de asesores, como el sitiowww.habrayasociados.com.ar que ofrece "servicios de comunicación audiovisual" y que tiene censadas varias decenas de estaciones en AM y FM, de las cuales sólo un 10 por ciento estaría en actividad. Otro estudio (Martinelli abogados) brinda asesoramiento en "obtención de licencias" y en "instalación y puesta en marcha de estaciones de radio y televisión". Y hay varios más.
¿Cuál sería el sentido oculto de este tipo de acciones? Reservar a futuro frecuencias que están buscando blanquearse.¡antes de existir! para ser negociadas más adelante por mucho dinero u ocupadas discrecionalmente por elementos políticos afines.
La colonización del espectro radial por parte del kirchnerismo no es ninguna novedad (ver mi nota "Un abrazo oficial a la radio", del 25/9/11 http://tinyurl.com/dyofnq7 ). Sólo en Capital Federal y Gran Buenos Aires, donde viven 17 millones de los 40 millones de los argentinos, se calcula que sobre 550 emisoras en AM y FM, alrededor de un 80% manifiestan distintos grados de dependencia y compromiso con el oficialismo.
En su presentación hace unos días, el titular de la Afsca, Martín Sabbatella, apuntó a varias empresas radiales que a su entender no se ajustan a la adecuación demandada por la mentada ley de servicios de comunicación audiovisual: además de dirigir sus cañones obviamente contra el Grupo Clarín, también señaló a Prisa (licenciataria de Radio Continental), Uno Medios (Vila-Manzano), Cadena 3, Radiocadena Eco, Jorge Ricardo Nemesio, y Radiodifusora Cero.
En cambio, cuando un radiodifusor peticiona ante el Afsca sobre alguna señal no formal que lo interfiere, el organismo revisa sus inventarios y muy suelto de cuerpo da como toda respuesta: "Esa radio no existe".
 FUENTE: http://www.lanacion.com.ar/1527930-la-vida-es-una-gran-secuencia-de-instantaneas

Via Yimber Gaviria, Colombia.

 

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